Historia de una Habitación Ordenada (Versión Sitémica)
Había una vez una habitación perfectamente ordenada. Los libros estaban alineados en los estantes, la ropa doblada en sus cajones y la cama hecha con una precisión casi matemática. Era un oasis de orden en medio de un mundo donde el caos parecía la norma.
En términos de la Teoría General de Sistemas, podríamos decir que la entropía de esta habitación era muy baja: cada objeto tenía su lugar y la organización reinaba. La entropía, nos recuerda la física y la teoría de sistemas, es una medida del desorden o aleatoriedad en un sistema. Cuando todo está en su sitio, la entropía es baja; cuando reina el desorden, la entropía es alta.
Pero el tiempo nunca se detiene. Poco a poco, la habitación comienza a cambiar. Un libro se saca del estante y no se devuelve, la ropa sucia se acumula en una silla, la cama pierde su forma perfecta. Sin que nadie lo note, la entropía empieza a crecer: el desorden se instala de manera natural y casi inevitable. Así lo establece la segunda ley de la termodinámica: en sistemas cerrados, la entropía tiende siempre a aumentar.
Sin embargo, existe una fuerza opuesta: la neguentropía. La neguentropía es el proceso, la energía o el esfuerzo que introduce orden en el sistema, contrarrestando la tendencia natural hacia el desorden. En nuestra historia, la neguentropía aparece cuando alguien decide recoger los libros, doblar la ropa y volver a hacer la cama. Gracias a este aporte de energía y organización, la habitación recupera su orden y la entropía disminuye.
Los sistemas vivos, y por extensión los sistemas sociales y organizacionales, sobreviven porque son capaces de importar neguentropía del entorno: energía, información, recursos. Así mantienen su estructura y evitan el colapso al que los llevaría la entropía creciente. La vida, de hecho, es un proceso continuo de lucha contra la entropía, una constante restauración del orden frente al caos.
Así, la historia de la habitación es la historia de todos los sistemas: un equilibrio dinámico entre la entropía, que tiende al desorden, y la neguentropía, que restaura el orden. La habitación solo permanecerá ordenada si, de manera regular, alguien aporta energía y organización. De lo contrario, el desorden terminará por imponerse, como ocurre en todos los sistemas que no reciben un flujo constante de neguentropía desde el exterior.
“Los sistemas abiertos, al extraer orden del medio y reemplazar con él el desorden producido por sus procesos vitales, rompen la ley inexorable que ataca a los sistemas: la entropía creciente. […] El sistema cerrado tiene una vida contada, sucumbe ante la entropía creciente. El sistema abierto presenta características tales -interacción con su medio e importación de entropía negativa u orden- que está en condiciones de subsistir y aun de eliminar la ley de entropía.”
Así, cada vez que ordenas tu habitación, no solo luchas contra el desorden, sino que actúas como un verdadero sistema abierto, importando neguentropía y asegurando la viabilidad de tu pequeño universo.